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Carmen Redondo (Madrid,1971), comienza a pintar muy joven de manera autodidacta y ya en la adolescencia recibe clases de diferentes maestros.

 

En 1990 inicia sus estudios en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid y durante el desarrollo de su carrera consigue diferentes becas (con el pintor Daniel Quintero- Cursos de Verano de la Universidad Complutense, Madrid)- y con el pintor Luis García-Ochoa en el El Escorial (Madrid). Al mismo tiempo trabaja en algunos  decorados y carteles para obras de teatro, así como las Ilustraciones del Cd y el libro de poemas “El Sueño del Navegante” de Chema Vílchez (Énfasis Records 1995)

 

Obtenida su Licenciatura en 1996, se traslada a la ciudad de Los Angeles, E.E.U.U., donde colabora y expone en diferentes galerías. A su regreso a España se instala en Madrid y continúa con su intensa producción, fundamentalmente pintura al óleo y dibujo, compaginando la actividad docente con la participación en nuevas exposiciones.

 

- EXPOSICIONES INDIVIDUALES: "Retrospectiva" (Espacio Arte con Valores, Valdepiélagos, Madrid 2019) /  "Al Revés/Á Rebours/ Inside Out" (Rearte Gallery, Viena 2016 / "Fragmentos de Realidad" (Palacio Gaviria, Madrid 2006) / "Fragmentos de Interior" (Galería Espacio Guía, Las Palmas de Gran Canaria 2005) / "De Profundis" (Galería Nela Alberca, Madrid 2003) / “Sin Título” (MD Art Gallery, Tres Cantos, Madrid 1999) / “Espacio para el Arte” (Fundación Caja Madrid, Alcalá de Henares, Madrid  1999) / “Al Principio” (Anastasia´s Assylum, Santa Monica, Los Ángeles 1997)

 

- EXPOSICIONES COLECTIVAS: Facultad de Bellas Artes, Universidad Complutense de Madrid, 1995.

 

- FONDO DE GALERÍA: En Estados Unidos: en Morpheus Galerie (Beverly Hills, Los Angeles, 1997-99), Art Ambience Gallery (West Hollywood, LA, 1997),  Pat McGann Gallery (West Hollywood, LA, 1997). En España: MD Art Gallery (1999-2001) y Espacio Guía (2005-06).

 

- TRABAJOS GRÁFICOS: Ilustraciones del libro “Por qué el destino puso este libro en tus manos” de Chema Vílchez (2016), ilustraciones y fotografías del libro "Yoga, Renacer a la Vida", de Chema Vílchez (Editorial Sepha 2005), portada del libro “La Sabiduría Recobrada” de Mónica Cavallé (Ediciones Oberón- Grupo Anaya 2002) y  “El Libro de la Relajación y el Sosiego” de Ramiro Calle (Ediciones Jaguar 2002), así como portadas, ilustraciones y logotipos en diferentes trabajos discográficos, los últimos “Tierra de las Tres Culturas" (2011) y “Unity” (2013), de Chema Vílchez.

 

Actualmente trabaja y desarrolla distintos proyectos temáticos y prepara nuevas exposiciones que tendrán lugar en los próximos años.

Portada del libro "El libro de la relajación y el sosiego" de Ramiro Calle Portada del Libro "La Sabiduría Recobrada" de Mónica Cavallé Portada e ilustraciones del libro "Porqué el destino puso este libro en tus manos. Cuentos y relatos para el despertar" de Chema Vílchez

biografía

Carmen Redondo pintora, artista plástica neosimbolista

comentarios

 

"Las extraordinarias pinturas de Carmen Redondo exudan un poderoso sentido del misterio y de melancolía, sentidos ambos de los que carece la mayoría del arte actual. Su estilo es una reminiscencia de las más importantes obras del rico período Simbolista de finales del siglo XIX.
Sus pinturas transportan fuertes sentimientos de soledad y transcendencia, así como un sentimiento de estar perdido en extraños mundos. No se trata, pues, de la mera práctica decorativa, sino de una exploración instrospectiva hacia los reinos de lo hermosamente extraño y de la búsqueda."

 

JAMES R. COWAN, President. MORPHEUS INTERNATIONAL/GALERIE MORPHEUS (Beverly Hills, California, E.E.U.U.)

 

 

"Carmen Redondo, natural de Madrid, España, trae sus imágenes místicas sobre lienzo a Los Angeles, California. Ella busca descifrar el significado de las dimensiones en la arquitectura, los paisajes y las personas; y así presenta su interpretación de esas imágenes, ella retrata sobre el lienzo su profunda visión, la representación deja una apariencia de el objeto en escena para ser traducido más allá por el espectador.
Carmen trabaja lo mágico con su utilización de la luz y la oscuridad, un estilo de claroscuro que no sólo manifiesta el efecto de una tercera dimensión sino que sitúa a la arquitectura y a la persona en una escena. Ella, además, usa la luz y la oscuridad para describir un drama contemplado y entonces trasladado por el espectador desde su específico conocimiento/ desconocido conocimiento.
La arquitectura es melancólica y al mismo tiempo monumental, mientras que los elementos humanos son enigmáticos o están perdidos en su medio; el espectador debe preguntarse no sólo lo que está ocurriendo, sino también, qué está experimentando el individuo.
Carmen es verdaderamente una pintora simbolista del siglo XXI.
¿ Estamos viviendo en un mundo demasiado infinito para comprenderse?- O nos vemos quizás incapaces o demasiado limitados como para captarlo?"

 

ROBERT J. SPEAKER, Director. ART AMBIENCE GALLERY

(Los Angeles, California, E.E.U.U.)

 

 

 

"Carmen Redondo como artista tiene la capacidad de hacer de médium entre el mundo de lo cotidiano, por el que deambulamos la mayor parte de las personas, y un universo metafísico y transcendental, lleno de sabiduría y misterio. Como pintora, a pesar de su juventud, tiene la riqueza y maneras de un gran maestro, pero su intuición está tan desarrollada que, sus cuadros, más allá de ser excelentes representaciones plásticas, se convierten en auténticas revelaciones de la consciencia.

Las obras de Carmen Redondo no sólo nos revelan su incuestionablemente talento artístico, sino que plasman un universo pictórico único y original, intenso y profundo. La contemplación de su obra se transforma en un viaje hacia lo intangible, abriendo nuestros sentidos a un mundo tan real como desconocido. Su estilo marcadamente personal posee una  sobrecogedora fuerza expresiva. "

 

CHEMA VÍLCHEZ. Músico

 

 

 

"Desde que Andy Warhol convenciera a la crítica y a gran parte del público de que sus obras seriadas, reproducidas ad infinitum, eran la quintaesencia de la post-modernidad, la iteración se ha entronizado en el mundo de la pintura enmascarando la carencia de pasión y autenticidad que caracteriza el arte del último cuarto del siglo pasado y de comienzos del actual.

 

Acogiéndose a esta mediocre realidad, al calor de los tiempos -donde cualquier hecho se re-itera sin límite en los ámbitos mediáticos, incluyendo noticias y anécdotas insignificantes-, los artistas plásticos, una vez apagado el fuego rebelde de la creación merced a la influencia de las modas impuestas por las corrientes comerciales, han sucumbido a su vez a esta situación que es no es más que una de las consecuencias que impone el desarrollo tecnológico. Y han sucumbido por razones espurias. La razón es simple: sólo deben perseguir el logro de un cuadro. Llegar a cuajar un cuadro equivale a tener, hoy por hoy, una serie casi infinita de cuadros. Es decir, un cuadro equivale a “tener obra” cuando, en realidad, tener obra es el fruto de una entrega absoluta a la pintura a lo largo de una vida Una vez hallado el cuadro matriz, el supuesto artista modificará cada una de las obras subsiguientes para que mantenga su individualidad, es decir, para que pase por única y, ¡para cobrarla como pieza singular! Al comprador, ese detalle, no le importa. Por lo general, desconoce lo que es una obra consumada, cerrada en sí misma. Le basta con adquirir una firma y un cuadro que responda, dentro de la iteración, a la matriz que caracteriza a su autor, que se convierte, de algún modo, en algo parecido a un logo comercial. Así, el comprador medio actual, refiriéndose a la compra de un cuadro, asegura haber adquirido un Fulanito de la misma manera que alardea de la compra de un reloj aludiendo únicamente al nombre de la marca (un). Lo seriado, pasa por único. No importa que el cuadro esté clonado, replicado, plagiado  ¡por su propietario! Lo importante es que lleve su firma; que tenga su logo.

 

Nada debemos objetar contra lo seriado en el arte cuando responde a la técnica adecuada. Para seriar arte están, de hecho, los medios de reproducción como los grabados, las serigrafías; incluso la imprenta, que nos brida en los libros, por ejemplo, realidades pictóricas de otro modo vedadas para las mayorías. El fraude radica en “seriar” pinturas llevadas a cabo con técnicas tan absolutamente individualistas e autónomas como el óleo. La trampa reside en la falta de veracidad que ha llegado a conquistar parcelas hasta hace bien poco custodiadas por los artistas más indómitos.

 

No obstante, existen aún pintores que, a despecho de las ventajas que el mercado de la pintura ofrece generosamente a los impostores, han elegido proseguir por el camino de la autenticidad y de la inspiración conquistadas día a día contra viento y marea. En esta línea Carmen Redondo merece ser destacada con admiración y énfasis. Sin la menor fisura, encarna el paradigma de artista que dota de sentido a su obra a través de una posición de honestidad irrevocable ante su vida y ante su caballete. Cada uno de los cuadros de Carmen Redondo es una búsqueda, una aventura, un camino. Un sendero que se recorre sorprendiéndose a cada instante con lo desconocido que surge en la mente, en el corazón y en el lienzo. Pero no es la exploración pictórica de Carmen Redondo un espacio laberíntico que pueda desembocar en el absurdo. No. Ahí radica su particularidad. Si bien parte a la búsqueda de un horizonte ignoto, cada obra va dirigida hacia un destino impreciso a primera vista, pero nítido en su desenlace. Porque el rumbo que Carmen Redondo imprime a cada obra invariablemente conduce a lo esencial. Sabemos esto cuando contemplamos sus cuadros, apaciblemente.

Artista dotada de una gran técnica pictórica, su obra, sin embargo, deliberadamente, abomina de todo ornamento inútil; no duda en restringir su paleta, y resuelve espacios frecuentemente con tintas planas y manchas de gran expresividad que combina, sorprendiéndonos, con líneas que nos trasladan a ámbitos que se encuentran más allá del lienzo. Algunos trazos, a propósito inacabados, recuerdan signos orientales que por su brevedad gestual nos sitúan en  el corazón del instante en que nacieron; en un presente continuo que el espectador atisba de modo inconsciente, pero que hace virar su percepción del tiempo mientras contempla la obra, emocionado. En otras ocasiones Carmen Redondo apura las pinceladas, bruñe la obra, y nos ofrece escenarios de vieja raigambre, plenos de armonía, y en cuyo interior aparecen seres reflexivos absorbidos por el universo en el que están inmersos sin saber por qué, y al que parecen desear extirpar su secreto a fuerza de silencio.

 

Quiero asimismo destacar de sus cuadros el riguroso papel reservado al asombro, que es una constante de los personajes representados por Carmen Redondo. En realidad se trata de su propia perplejidad, pero transferida a los protagonistas de sus lienzos. No es un asombro ingenuo  sino, al contrario, el de una mujer sabia que intuye que toda explicación posible aplicable al espectáculo del mundo no es más que un intento inútil de sofocar las dudas ante el misterio inconmensurable que nos rodea ¡y que somos!

 

Carmen Redondo no pinta el mundo. Difícilmente podría ser una pintora de hechuras realistas. Si acaso, de factura simbolista o surrealista. Ella pinta el modo en que nos representamos el mundo cuando recordamos, soñamos o reflexionamos, solitarios,  desde un estado penumbral de la mente. No nos lo ofrece como se presenta ante nuestros ojos con todo su esplendor colorista y sus alharacas, ya que esta manifestación, dentro del marco conceptual de Carmen Redondo, no es más que la expresión de un ensueño aún más profundo que nuestros sueños nocturnos: una percepción ilusoria básica que los hindúes denominan maya.

 

La pintura de Carmen Redondo parte de la memoria de una verdad recóndita que persigue con ahínco. Arranca de una nostalgia honda para dirigirse hacia lo insondable.

 

Presumo que su aventura pictórica, afortunadamente, nunca tendrá fin. Por el camino que señalan sus pinceles hallará mil respuestas, pero el asombro natural que la posee podrá más que cualquier aquietamiento pasajero y le concederá nuevos vuelos para seguir pintando, cuadro a cuadro, en pos de la infinitud de sí misma."

 

BENIGNO MORILLA. Escritor

Foto cortesía de José Luis Carrascosa